Esta vez Flanagan conoce a un detective privado de verdad al que admira mucho. Pero, poco después de conocerle, lo acusan de asesinato y Flanagan decide hacer todo lo posible para sacarlo de la cárcel. Cuenta con la ayuda de su amigo Charcheneguer, Vanesa, Blanca y Martina. Han asesinado al párroco mosén Roberto, y una testigo afirmaba haber visto al detective en la escena del crimen. A Flanagan incluso lo interrogan dos agentes de policía. También se ve involucrado en el caso un perista que se hace llamar MartinGala al que habían detenido, pero lo soltaron ese mismo día sin cargos. Al párroco lo mataron para quitarle unas joyas que le había dado una señora en su lecho de muerte. Flanagan investigó y visitó a mucha gente. Al final arma un gran escándalo en el centro comercial para quitarle las joyas al perista, que era el que las tenía en ese momento y devolvérselas a sus verdaderos dueños. Pero allí se encuentra con el asesino: uno de los policías que le habían interrogado. Él detuvo a MartinGala por venta de joyas robadas, le ofreció su libertad a cambio de que le dijera dónde estaban las joyas de esa mujer tan rica. Fue a la parroquia, mató al párroco y se llevó las joyas. Me ha gustado este libro porque al final hay un giro inesperado y el culpable resulta ser el que menos me esperaba.
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